No faltará energía eléctrica, dice el Gobierno. Gracias a que se genera un poco más con el sistema térmico, se importa más, casi no se exporta y se consume mucho menos por la recesión, no hay necesidad de cambiar la hora.
Pero habrá que tener cuidado con los consumos. Para quienes consuman mucho, rige el tarifazo. Y el ministro de Planificación, Julio De Vido, sembró dudas sobre la eficiencia de las redes de distribución provinciales.
Es por efecto de la caída de la demanda eléctrica causada por la importante recesión que el Gobierno puede prescindir del controversial cambio estacional del huso horario, rechazado por anticipado por la mayoría de las provincias. De Vido confirmó que no habrá cambios y, de paso, les pasó una factura y una advertencia a los gobernadores que adelantaron su rechazo, diciendo que espera que tengan en orden sus sistemas de distribución.
A diferencia del invierno, cuando las carencias son de generación de energía, en el verano se complica la distribución, se recalientan los tendidos de baja tensión y estallan transformadores, lo que causa cortes. De las palabras de De Vido se puede deducir que tal vez esa clase de accidentes no esté descartada, pero que en cambio la generación es suficiente, básicamente porque cayó la demanda, lo que demuestra que la recesión es muy seria.
Según los datos oficiales del Indec, la demanda de energía eléctrica cayó de enero a agosto últimos un 1,2% respecto del mismo período de 2008. Para tener una idea de lo que significa, vale recordar que en la recesión de 1995 causada por el efecto tequila el PBI cayó alrededor de 3%, pero la demanda de energía eléctrica creció, siempre de enero a agosto, seis por ciento. Y en los ocho primeros meses del recesivo 2001, la demanda aumentó 2 por ciento. Hay que remontarse al catastrófico 2002 para encontrar la demanda acumulada hasta agosto por debajo de la registrada en el mismo período del año anterior. La baja entonces fue superior a la de este año: 3,6%.
 
Caen ventas al exterior
A la caída de la demanda el Gobierno sumó este año una disminución del 94,7% de las exportaciones de energía eléctrica y un incremento del 8,4 por ciento de las importaciones, siempre en el período de enero a agosto.
En algunos meses, como mayo, junio y julio, las ventas al exterior desaparecieron. En otros casos, las compras al extranjero crecieron de manera explosiva, en lo que pareció un intento desesperado de evitar los cortes, incluso en un período recesivo. Por ejemplo, en marzo último saltaron poco más del 691%, es decir, casi se multiplicaron por ocho. En abril la suba fue del 294%, y en agosto, del 88,9%. En mayo y junio, meses durante los cuales el frío tardó en llegar, hubo fuertes bajas del 56,8 y del 68 por ciento.
Las cifras de caída de la demanda eléctrica también ayudan a sembrar más dudas sobre otras estadísticas del Gobierno.
El INDEC, por ejemplo, reconoce la caída del consumo de electricidad, pero dice que esta vez la economía siguió creciendo, a diferencia de lo que ocurrió en 2002, por ejemplo.
Entonces, una reducción del 3,6% de la demanda eléctrica se correspondió con una caída de casi 11 puntos del PBI. Esta vez, según el INDEC, a una rebaja de 1,2% del consumo de electricidad la acompañó una suba de 0,2% del producto en los primeros ocho meses del año.
Puede argumentarse que las condiciones son distintas de 2002, que tal vez la comparación de la demanda eléctrica se hacía contra un año también recesivo, que no es lo que ocurre ahora.

Incoherencias
En 2002, si se computa el año completo y no el acumulado de ocho meses, la retracción de la demanda eléctrica fue de 2 por ciento, contra un 10,9% de retracción del PBI. Es decir, más de cinco puntos de retracción del nivel de actividad por cada uno de baja de la demanda de electricidad. En 2003 se consumió 8,4% más de fluido eléctrico que el año anterior, con un incremento casi idéntico del PBI.
Es decir, si se hubiera mantenido la relación de los últimos años, prácticamente uno a uno y según el consumo eléctrico, el PBI debería haber caído más de un punto en los primeros ocho meses. Y si la relación hubiera sido la de los años anteriores, la retracción habría estado entre tres y seis puntos. Ninguno de los antecedentes da para pensar que las cifras del Indec intervenido guarden un mínimo de coherencia.
 
Fuente: Diario “La Nación”