Ha producido un fuerte impacto en el cooperativismo argentino el fallecimiento del dirigente bonaerense Manuel Antonio Alvo, presidente de la Cooperativa de Electricidad de Trenque Lauquen. Su deceso se produjo a los 78 años de edad, luego de pasar la fiesta de Navidad con sus familiares y amigos, en la localidad de 30 de Agosto, donde vivía.  Desde 1987 venía presidiendo la entidad de primer grado y fue presidente, durante tres períodos consecutivos, de la Federación de Cooperativas de Electricidad de la Provincia de Buenos Aires (Fedecoba), como así también vicepresidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar).
Con su desaparición, se va también un auténtico ejemplo de lo que debe ser un directivo cooperativista. Alvo perteneció a una camada de dirigentes de los que hoy quedan muy pocos. Condujo a su entidad con una prolijidad fuera de lo común, imponiendo un estilo de austeridad en su desenvolvimiento, que él mismo cuidaba a rajatablas.
Alvo fue un hombre de una cómoda posición económica en lo personal. Y cuidaba más el dinero de la cooperativa, que el suyo propio. Tiene algunas anécdotas risueñas, que describen su permanente actitud de evitar gastos innecesarios en la institución. Fue un dirigente que amó a su cooperativa y que logró instalarla como una de las entidades eléctricas más prestigiosas del país.
 
Distinción
Solidario como ninguno, siempre estaba dispuesto a dar una mano a quien la necesitaba. Fue un dirigente que incorporó al cooperativismo como un estilo de vida y se identificó plenamente con los principios y valores del movimiento. Esas fueron las razones por las cuales “Prensa Cooperativa” le otorgó en 2011 el Premio al Cooperativista del Año.
Manuel Antonio Alvo tenía claro que en poco tiempo más se alejaría de este mundo. Y así se lo comentó a quien esto escribe, en Mar del Plata, a donde iba a efectuarse sesiones de “quimio”. Pero sobrellevaba su dolencia con una entereza asombrosa. Daba la sensación de que no le preocupaba la muerte. Pero eso nunca le hizo perder su caballerosidad, su jovialidad, su alegría y sus actos de generosidad.
Su sepelio fue una jornada de dolor, también del convencimiento de que se despedía a un hombre que hizo de su vida una permanente actitud de servicio. Una multitud se congregó en 30 de Agosto para darle su adiós a un hombre que hizo mucho por su comunidad y que se caracterizó por sus virtudes personales. Alvo deja un vacío muy difícil de cubrir, pero su ejemplo, su estilo de conducción, permanecerán vivos durante mucho tiempo en la cooperativa que condujo durante 27 años.
 

Fuente: Prensa Cooperativa