Un grupo formado por empresas públicas y privadas de Brasil, liderado por la estatal Chesf, se adjudicó las obras de una represa hidroeléctrica que será construida en plena Amazonia y que despertó numerosas polémicas porque obligará a desplazar a unas 50.000 personas.
La Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel) anunció el resultado de la puja -en la que competían sólo dos consorcios-, luego de una dura batalla de acciones judiciales que paralizaron y autorizaron la licitación tres veces en los últimos días.
 La represa Belo Monte será la tercera hidroeléctrica en importancia del mundo, después de la de las Tres Gargantas (China) y de Itaipú (Brasil y Paraguay). Según los cálculos oficiales, costará 10.600 millones de dólares, generará en promedio 4571 megavatios por hora y alcanzará un tope de 11.233 megavatios en las épocas de máxima crecida del río Xingú, uno de los principales afluentes del Amazonas.
Algunas proyecciones del sector privado advierten que el costo total de la obra podría elevarse hasta 17.000 millones de dólares. Según la Aneel, el grupo liderado por la Companhia Hidroelétrica do São Francisco (Chesf, estatal), la constructora privada Queiroz Galvão, e integrado por otras seis empresas, presentó la mejor oferta, con un precio de 77,973 reales (unos 44,5 dólares) por megavatio-hora, que es un 6,02% menor al techo establecido por el pliego.
El grupo ganador contará con apoyo del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), que financiará hasta el 80% del proyecto. Su construcción obligará a inundar cerca de 500 kilómetros de selva amazónica y a desplazar a unos 50.000 indios y campesinos, lo que ha generado duras críticas y protestas de movimientos sociales, a las que se han unido algunos famosos de Hollywood, como el cineasta canadiense James Cameron, director de Avatar .
La previsión del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva es que la hidroeléctrica empiece a operar en una primera fase en 2015 y que esté totalmente terminada y funcionando a pleno en 2019. Su defensa del proyecto gira en torno de la necesidad de energía que enfrentará Brasil en los próximos años, ante la perspectiva de crecimiento económico. La represa es el proyecto insigne de una cruzada de obras públicas por 878.000 millones de dólares, clave en la plataforma de campaña de la candidata del oficialismo, Dilma Rousseff, para las elecciones presidenciales de octubre próximo.